Te acariciaré con la delicadeza que la vela es acariciada por el viento… por eso cuando me alejo de ti en zozobra me encuentro.
Me siento como hoja de almendro… que se mueve
al ritmo que le marca las ondas que genera tu cuerpo.
La palabra rutina no existe en nuestros
encuentros… pues en ellos fluye el agua, el fuego, la tierra y el viento.
No conozco el miedo, pues contigo vuelo…
sintiendo la brisa en mi cuerpo sin red de seguridad en el suelo.
Y ahora que tu mirada me abre las puertas del
universo… recorreré todos los planetas abrazado a tu cuerpo.
Bordarás mi pecho con la figura de un Ángel…
pues en el cielo me siento, cuando con un beso calmas el más desquiciado de mis
pensamientos.
Me alagas cuando me llamas el gran chef… pues
dices que amaso con mis manos un amor, que al saborearlo se convierte en
pecado.
Con sólo dos palabras me embriagas… sin
necesidad de llenar la copa, con un rioja que al entrar en mi garganta se
apaga.
Mi golondrina, mi reina del cielo, que con
sólo levantar un dedo haces que todo se pare a mi alrededor…
¡Hasta mi puto reloj!
Alejandro Maginot.